22.01.2021
Preguntas a Arturo Reverter
Arturo Reverter, crítico musical y estudioso de las artes, es además un querido socio de honor de nuestra Asociación, la Wagneriana de Madrid. Las actuales circunstancias nos prohíben disfrutar de sus interesantes tertulias o de la presentación de su interesante libro sobre Beethoven (Beethoven, un retrato vienés). Pero tenemos la suerte de poder conocer algo más de él y de su posición ante las obras de Richard Wagner, ya que ha accedido a contestarnos estas preguntas:

Sumando  toda tu experiencia profesional, ¿con qué tres momentos  te quedarías?
 
Una misión ímproba. Pero ahí van tres elegidos entre mil:
– Preludio de «El oro del Rin». Ahí está todo el germen de la Tetralogía, la célula básica sobre la que se edifican todos los leitmotiven.
 
– Dúo del segundo acto de «Tristán e Isolda».
 
– Encantos de Viernes Santo de «Parsifal».

¿Qué evolución has observado en la ópera en los últimos tiempos?

En general, y desde la música del propio Wagner, se ha perdido la construcción dramática a partir de números separados para llegar al discurso continuo, amalgamado. Todo ello a medida que se disolvían las bases tonales y se arbitraban nuevos procedimientos armónicos. Hoy existe una total libertad una vez que se han superado todos los ismos. Un ejemplo de reconocido operista actual, George Benjamin, navega a lomos de un habilísimo eclecticismo en el que todo se funde, se trabaja a partir de bien elegidas células en las que brilla un lejano impresionismo, de una moderna y rara exquisitez
 
¿Qué papel crees que deberían tener hoy en día las asociaciones wagnerianas?
 
De hecho, tienen un papel muy relevante en orden a mantener la llama de la música del gran creador favoreciendo, con sus iniciativas y planteamientos, un mayor conocimiento y actualización de sus pentagramas. Para ello, en efecto, es necesaria una labor de difusión y alto didactismo y una apertura a los entresijos más determinantes de sus óperas. Al tiempo que deben hacerse prospecciones encaminadas al conocimiento de su figura personal y de todo el mundo cultural en el que vivió y del que fue uno de sus principales artífices. La escucha y visión de sus óperas es fundamental.

¿Cuál es tu obra wagneriana preferida o qué momentos de ellas destacarías?

Difícil contestar a esta pregunta con un solo título. Siento un especial cariño por Los maestros cantores, una comedia de costumbres, un juego magistral en el que el contrapunto es básico. También una historia en la que late una poesía muy refinada y está presente toda la historia de una cultura. El Quinteto del final de la primera escena del tercer acto es una pieza extraordinaria. Pero no me puedo olvidar tampoco en esta cita de Lohengrin, de Tristán, de La walkiria o de Parsifal.

Si una persona se acercara y te dijera que no sabe nada de Richard Wagner, pero que tiene interés … ¿qué le contestarías?

Que escuche el Preludio de «Tristán» sin prejuicios o la Canción de la primavera de «La walkiria»; o el Preludio de «Parsifal». Y, para empezar a conocer algo de lo que significó el compositor en la historia de la música, que lea los libros de Ángel Mayo (Península-Scherzo), Martin Gregor-Dellin (Alianza, traducido precisamente por Mayo) o «El anillo de la verdad» de Roger Scruton (en impecable traducción de Juan Lucas).

Muchas gracias, querido Arturo, nos alegra poder contar siempre con tu colaboración. Y mientras no nos quede otra alternativa, te seguiremos escuchando en tu programa Ars canendi con tus interesantes análisis sobre la voz.

 
Besos y hasta pronto,
Esther