Sumando toda tu experiencia profesional, ¿con qué tres momentos te quedarías?
Una misión ímproba. Pero ahí van tres elegidos entre mil:
– Preludio de «El oro del Rin». Ahí está todo el germen de la Tetralogía, la célula básica sobre la que se edifican todos los leitmotiven.
– Dúo del segundo acto de «Tristán e Isolda».
– Encantos de Viernes Santo de «Parsifal».
¿Qué evolución has observado en la ópera en los últimos tiempos?
En general, y desde la música del propio Wagner, se ha perdido la construcción dramática a partir de números separados para llegar al discurso continuo, amalgamado. Todo ello a medida que se disolvían las bases tonales y se arbitraban nuevos procedimientos armónicos. Hoy existe una total libertad una vez que se han superado todos los ismos. Un ejemplo de reconocido operista actual, George Benjamin, navega a lomos de un habilísimo eclecticismo en el que todo se funde, se trabaja a partir de bien elegidas células en las que brilla un lejano impresionismo, de una moderna y rara exquisitez
¿Qué papel crees que deberían tener hoy en día las asociaciones wagnerianas?
De hecho, tienen un papel muy relevante en orden a mantener la llama de la música del gran creador favoreciendo, con sus iniciativas y planteamientos, un mayor conocimiento y actualización de sus pentagramas. Para ello, en efecto, es necesaria una labor de difusión y alto didactismo y una apertura a los entresijos más determinantes de sus óperas. Al tiempo que deben hacerse prospecciones encaminadas al conocimiento de su figura personal y de todo el mundo cultural en el que vivió y del que fue uno de sus principales artífices. La escucha y visión de sus óperas es fundamental.
¿Cuál es tu obra wagneriana preferida o qué momentos de ellas destacarías?
Si una persona se acercara y te dijera que no sabe nada de Richard Wagner, pero que tiene interés … ¿qué le contestarías?
Que escuche el Preludio de «Tristán» sin prejuicios o la Canción de la primavera de «La walkiria»; o el Preludio de «Parsifal». Y, para empezar a conocer algo de lo que significó el compositor en la historia de la música, que lea los libros de Ángel Mayo (Península-Scherzo), Martin Gregor-Dellin (Alianza, traducido precisamente por Mayo) o «El anillo de la verdad» de Roger Scruton (en impecable traducción de Juan Lucas).
Muchas gracias, querido Arturo, nos alegra poder contar siempre con tu colaboración. Y mientras no nos quede otra alternativa, te seguiremos escuchando en tu programa Ars canendi con tus interesantes análisis sobre la voz.